Por David Tomas, publicado el 6 septiembre 2018
Las empresas felices traen consigo beneficios obvios, como es el bienestar de quienes trabajan en ella... y otros que no lo son tanto. Los estudios confirman que las empresas que apuestan por la felicidad no solo consiguen incrementar su productividad, sino también atraer al mejor talento digital.
El trabajo es uno de los aspectos que más influye en la felicidad de las personas, cosa poco sorprendente si tenemos en cuenta que nos pasamos más de 10.000 días de nuestra vida en él. Si quieres saber los últimos datos sobre empresas felices y talento digital y las claves para crear una empresa feliz, ¡no te pierdas este artículo!
Felicidad y talento digital: lo que dicen las cifras
A día de hoy, la transformación digital permite el trabajo en remoto y la flexibilidad horaria, dos aspectos que sin duda deberían contribuir a mejorar la felicidad en las empresas. Pero a pesar de ello, según la encuesta anual de felicidad laboral de Gallup, solo un 15% de las personas son felices en el trabajo. ¡Es descorazonador!
Y eso a pesar de que, según el mismo estudio, los beneficios de las empresas felices son más que evidentes:
- Un 51% menos de rotación del personal.
- Un 44% más de retención de la fuerza laboral y el talento digital.
- Un 31% más de productividad.
- Un 37% más de ventas.
Y es que tiene todo el sentido del mundo pensar que cuando los empleados están satisfechos, trabajan con más ahínco y tienen menos probabilidades de verse seducidos por otras ofertas. Cuando trabajamos para conseguir una empresa feliz, todos seguimos ganado.
5 principios de las empresas felices
¿Cómo podemos cultivar ese ambiente de felicidad en nuestras empresas y atraer y retener al talento digital? Mi recomendación es que empieces por tener en cuenta estos 5 principios.
1# Empoderar a los empleados
Muchas empresas, sobre todo en nuestro país, caen en un modelo paternalista en el que se exige a los empleados que estén presentes en la oficina durante un horario muy rígido. En lugar de hacerles responsables de su propio trabajo, se les imponen normas restrictivas.
En su lugar, mi propuesta es consensuar una serie de objetivos con los empleados y dejar que ellos mismos se hagan responsables de alcanzarlos de la manera que prefieran. Esto incluye ofrecer facilidades para el trabajo remoto, horarios flexibles para conciliar mejor y, como hacemos en Cyberclick, dejar que los propios empleados decidan sus vacaciones. También implicamos activamente a nuestros trabajadores en el proceso de selección de nuevas incorporaciones; después de todo, ellos van a ser sus compañeros.
Y de la misma manera, los trabajadores deberían tener libertad para desarrollarse profesionalmente y centrarse en hacer lo que más les gusta.
2# Compartir los buenos momentos
Compartir ratos de relax y risas une a las personas, y los equipos unidos son un ingrediente clave de las empresas felices. Por eso, es muy importante incluir actividades de ocio y team building a menudo, ya sea un rato relajado en la cafetería o una excursión de fin de semana al campo.
3# Permitir los fracasos
El perfeccionismo y el miedo al fracaso son enemigos de la felicidad y del progreso. Cuando los errores son castigados, los empleados se paralizan y optan por correr el menor número de riesgos posible... y de esta manera, es imposible aprender.
Por tanto, creo firmemente que hay que apostar por una cultura de trabajo basada en la experimentación, el aprendizaje y la confianza. Es lógico que si probamos cosas nuevas, no todas ellas van a salir bien a la primera, pero lo que sí es seguro es que siempre podemos aprender algo en el camino.
4# Centrarse en los principios
Los principios le dan sentido a lo que hacemos. Cada empresa debería tener unos valores propios que expliquen por qué hacen lo que hacen, más allá de producir beneficios. De esta manera, tanto los jefes como los empleados saben que tienen un buen motivo para levantarse cada lunes y poner todo su empeño en hacer un buen trabajo.
5# Reconocer el esfuerzo
Nada desmotiva más que sentir que lo que hacemos bien pasa desapercibido a los demás. En lugar de fomentar la competitividad y las envidias, yo propongo que cada día nos detengamos a valorar el trabajo y el esfuerzo de los demás, tanto de parte del jefe como de parte de los compañeros. Es un gesto muy sencillo, pero muy poderoso para hacer que las personas se sientan valoradas y realizadas en su trabajo.