Actualmente, las metodologías ágiles son un imprescindible para el día a día de aquellas empresas que quieran estar completamente digitalizadas, realizar un marketing potente y ofrecer unos productos y servicios con una gran calidad a un coste más reducido. Pese a la transformación digital en la que estamos sumidos, son muchos los negocios a los que les cuesta sumarse a ella, haciendo que poco a poco no puedan responder a las necesidades de los consumidores. Si te sientes identificado, aquí te contamos qué son las metodologías ágiles y cómo pueden ser útiles para tus equipos de marketing.
Es muy común encontrarse con empresas que ya tienen una forma de trabajar bien establecida y la aplican a todos y cada uno de los proyectos que se le presentan, sin tener mucho en cuenta sus peculiaridades. En ese sentido, las metodologías ágiles serían aquellas con un enfoque totalmente distinto, las cuales adaptan la forma de trabajo a las condiciones de cada proyecto, y no al revés.
Este cambio de perspectiva hace que todo el conjunto de metodologías ágiles aporten mucha flexibilidad al abordaje del proyecto y conviertan a los equipos de marketing (o de cualquier ámbito) en personas altamente resolutivas, eficaces, autónomas y productivas.
Las metodologías ágiles tienen su origen en el año 2001, cuando se firmó el Manifiesto Ágil y se establecieron los 12 principios de la filosofía ágil:
Satisfacer a los clientes a través de la entrega temprana y continua.
Aceptar los cambios, incluso aunque estos se produzcan en una fase avanzada del proyecto, pues pueden aportar un gran valor.
Entregar algún contenido de valor al cliente de la forma más frecuente posible (mínimo cada dos semanas y máximo cada dos meses).
Todos los responsables del proyecto trabajan de forma conjunta en el día a día.
Ofrecer a los profesionales un entorno adecuado y el apoyo que necesitan para aumentar su motivación.
La conversación cara a cara es la forma más efectiva y eficiente de comunicarse, tanto entre equipos, como entre los propios miembros del mismo.
Aquello que se produce debe ser la métrica principal de progresión.
Debe promoverse el desarrollo sostenible, es decir, mantener un ritmo constante indefinidamente.
El buen diseño y la atención continuada mejoran la metodología.
La simplicidad, es decir, reducir aquellas cosas que no son esenciales es fundamental en esta metodología.
Los mejores resultados nacen de equipos que se autoorganizan.
De forma regular, los equipos deben reflexionar acerca de cómo aumentar su efectividad para perfeccionar y ajustar sus acciones.
Más tarde nació la Agile Alliance, una organización dedicada a apoyar a aquellas personas y empresas que quieran adoptar nuevas formas de trabajo.
Ahorro de costes: las metodologías ágiles reducen al máximo las posibilidades de fracaso de un proyecto, ya que los errores se van detectando a lo largo del proceso en vez de una vez el producto esté terminado y ya se haya invertido todo en él.
Aumento de la calidad de los productos y servicios: la búsqueda de la excelencia a través de la mejora continua es uno de los objetivos de estas metodologías.
Obtención de métricas más relevantes: las métricas que se obtienen en los proyectos ágiles tienden a ser más realistas que en los proyectos con metodologías tradicionales debido a la división que se establece en pequeñas fases y equipos.
Clientes más satisfechos: el cliente está más involucrado en el proceso y se siente más comprendido y comprometido.
Mejora de la organización: la división de roles y la distribución del trabajo de las metodologías ágiles permite un mayor orden en la empresa.
Potenciación de la motivación: al autogestionarse, los profesionales se sienten más motivados y son capaces de ser más creativos e innovadores.
Consiste en dividir cualquier ciclo de desarrollo del producto o servicio en tres pequeños proyectos o etapas: análisis, desarrollo y testing.
Esta metodología es perfecta para proyectos complejos que necesitan ser abordados con flexibilidad y rapidez.
Está orientada a reducir los errores típicos de los proyectos largos mediante reuniones periódicas para asegurar el cumplimiento de los objetivos. Estas deben ser de diferentes tipos: de revisión, de planificación, diarias y de retrospectiva.
También conocida como la metodología de Google, consiste en un proceso que dura cinco días en los cuales el negocio debe resolver todos los aspectos relacionados con los prototipos, el diseño y el testeo de clientes. La idea es reducir lo que serían meses de trabajo en pocos días y, de esta forma, no esperar a lanzar un producto o servicio para saber si es una buena idea, sino saberlo de antemano gracias a un prototipo y evitar así posibles errores.
La utilizan muchas startups y negocios en proceso de consolidación. El objetivo de esta metodología es mejorar las relaciones entre clientes y equipos a través del fomento de la comunicación, el trabajo en equipo y la eliminación de tiempos muertos.
Se utiliza en gran parte por los responsables de proyectos. Se basa en la creación de un diagrama formado por tres columnas que reflejan los procesos pendientes, en proceso y terminados. Dicho cuadro debe ser visible para todo el equipo con el fin de evitar repeticiones de tareas u olvidos. De esta forma, la productividad se ve potenciada y los procesos de trabajo se vuelven más eficientes.
Si necesitas dejar claro elementos como el cliente objetivo, las formas de venta o las propuestas de valor, esta metodología te será útil. Consiste en organizar reuniones cortas entre el equipo de trabajo y los socios donde las intervenciones por persona no pueden durar más de cinco minutos.
Scrum master: es el máximo responsable del desarrollo de un proyecto ágil. Entre sus funciones más importantes destacan la de liderar equipos de marketing, organizarlos y controlar la calidad de su trabajo.